El efecto relajante controlado de las inyecciones de bótox está indicado para el tratamiento temporal y reversible (no definitivo) de las arrugas producidas por la hiperactividad muscular exagerada de diversas zonas:
- Arrugas de la frente
- Arrugas del entrejejo (Ceño Fruncido).
- Arrugas de la zona lateral de los ojos (Patas de Gallo).
- Correcciones de asimetrías de altura de las cejas.
La eficacia de la toxina botulínica radica en su capacidad para restablecer la tensión-distención a la que están sometidos los diferentes grupos musculares del área facial. Efectivamente, en la cara conviven una serie de músculos que ejercen una fuerza ascendente y otros que tiran hacia abajo, mientras se mantiene el equilibrio de fuerzas, el rostro se muestra joven, pero a medida que envejecemos los músculos depresores ganan la partida y la arquitectura facial se viene abajo.
A través de inyecciones de Botox en determinados puntos estratégicos de la cara conseguimos reactivar la acción de los músculos elevadores, y con ello elevar cejas, boca, papada, nariz y mejilla. De este modo revertimos la acción del tiempo de una forma natural recuperando la tensión de las diferentes estructuras faciales.
Este tratamiento es ambulatorio, poco doloroso y totalmente seguro. Los resultados duran entre 3 y 6 meses, pero a medida que se repiten las sesiones los efectos se prolongan más tiempo. El bótox multiplica su efecto rejuvenecedor asociado a la aplicación de radiofrecuencia e infiltraciones de ácido hialurónico o de hilos tensores.
El producto inyectado es eliminado por el organismo con el paso del tiempo, sin dejar ningún residuo.
La técnica consiste en una única sesión que se puede repetir a los 6 u 8 meses para mantener su acción. El efecto tarda en aparecer un día o dos y en raras ocasiones, después del tratamiento, pueden aparecer pequeños hematomas, que se solucionan a los pocos días. Puede ser necesaria una sesión de refuerzo a la semana siguiente.