Si su destino de vacaciones ha sido, o será, viajar a miles de kilómetros, su organismo experimentará cambios debido a la diferencia horaria.
Muchas de éstas consecuencias serán los dolores de cabezas, sueño y cansancio, deshidratación o ansiedad, entre otros. Por lo tanto, aquí os dejamos unos consejos para combatir estos efectos:
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Cambiar de hábitos previamente al viaje, dormir bien, alimentarse correctamente y realizar ejercicio.
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Durante el trayecto, utilizar ropa y calzado cómodo, así como medias de compresión en piernas para su debido descanso y evitar inflamación. Beber abundante agua, evitando el alcohol. Estirarse o moverse, también puede impedir el entumecimiento de los músculos y favorecer la circulación sanguínea.
El consumo de infusiones, bien sea para depurar o para relajar (como cola de caballo o valeriana), pueden ayudarle a descansar durante el viaje e incluso después.
Para pieles secas aconsejamos llevar a mano una crema hidratante o agua termal, ya que las presiones cambian y el ambiente reseca mucho.
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Al llegar a su destino, no baje la guardia y cuida su alimentación, aporte alimentos ricos en vitaminas y si tiene opción, recurra a tratamientos en cabina. Los drenajes linfáticos son «mano de santo», así como los faciales hidratantes y/o regeneradores con mascarillas nutritivas.